Hay personas que no sienten la necesidad de hacer las maletas y dejar atrás su hogar. No tienen ganas de viajar: tienen suficiente con la ciudad en la que viven y con lo que ese lugar les ofrece y garantiza. Otros, sin embargo, no pueden detenerse ni un momento, siempre ansiosos de descubrir nuevos destinos y realizar grandes viajes. La necesidad de explorar, según un estudio publicado en la revista «Evolution and Human Behaviour«, dependería del nuestro ADN, y en concreto de un “gen del viaje«: el receptor de dopamina D4 (DRD4 7R).
A revelar si somos o menos auténticos viajeros es, por lo tanto, nuestro ADN. El «gen del viaje» sería el encargado de regular nuestro nivel de curiosidad y de hacernos más o menos sensibles a los estímulos externos. Su función está relacionada con la de la dopamina, que desempeña una acción fundamental para determinar el equilibrio del estado de ánimo. El entusiasmo y la emoción que experimentamos antes de emprender un viaje o aventurarse en destinos desconocidos sería entonces una «magia» causada por este gen.
No todo el mundo, sin embargo, siente la necesidad o tiene las ganas de viajar. Siempre según este estudio, tan sólo el 20% de la población tiene altos niveles de DRD4 7R en su composición genética. La mayoría de estos viajeros «por ADN» se encuentran en zonas del mundo donde, históricamente, los movimientos de población han sido siempre alentados o necesarios. Según el estudioso Chaunsheng Chen «es más fácil que el gen se encuentre en las poblaciones que han emigrado y que han viajado largas distancias cientos de años atrás.»
El sitio web de Elite Daily describe otro estudio, realizado por David Dobbs de National Geographic, que apoya estas teorías: según el investigador el nivel de DRD4 resulta más alto en las personas que son más propensas a asumir riesgos, a explorar nuevos lugares, a probar nuevo alimentos, nuevas relaciones…. Mediante la comparación de los genes de las poblaciones más sedentarias y con los de las poblaciones más “nómadas” Dobbs señaló que los genes de este tipo aumentan en poblaciones cuyos antepasados han viajado largas distancias.