Quién no recuerda la llegada del otoño con los primeros puestos ambulantes en las calles de ventas de castañas. Y es que la Castañada, Magosta o Gaztainerre es la fiesta por excelencia que cierra el ciclo de los meses de más calor.
Son muchas las regiones del norte de España que celebran la llegada del frío con la venta de este fruto seco, de alto contenido en calcio, y que se usa para calentar el organismo con los primeros síntomas del frío. Desde Galicia hasta Cataluña, la figura de la castañera (a quien en Cataluña le han dedicado incluso canciones infantiles que celebran la entrada de los meses más fríos), es imprescindible en el imaginario colectivo. ¿Quién no recuerda de su infancia los puestos de castañeras y el olor de las calles a castaña?
A la fiesta de la castaña la caracterizan estos puestos ambulantes en las principales calles de las grandes ciudades. Por lo general, suele caracterizarse como un pequeño puesto, recubierto y equipado con un horno de leña, donde una señora mayor, recubierta del frío, ofrecen en continuación castañas recién horneadas.
Y es que, sin duda, las castañeras, más que unas vendedoras de un mercado improvisado, se han convertido en la personificación del otoño. Una figura que, a golpe de enternecernos, nos obliga incluso a comenzar a abrigarnos, al ver los primeros síntomas de frío en estas señoras portadoras de castañas.
Origen de la tradición de la castaña
Indudablemente, la fiesta de la castaña está estrechamente ligada al día de los Difuntos, el 1 de noviembre. Las leyendas populares cuentan que hace varios siglos se tocaban las campanas de las iglesias sin parar para avisar a la gente de que había llegado la hora de rezar por los difuntos.
Un día de mucho esfuerzo y ajetreo, que se veía recompensado por la comida en comunidad de castañas. Ya en el siglo XVII se popularizó este hábito, y fue cuando comenzaron a aparecer los primeros puestos de venta de castañas en las calles.
Desde hace varios siglos, cada otoño las castañeras se ocupan de dar un aroma particular y fresco a las calles, para distraernos de la bajada de las temperaturas y recibir con alegría la fiesta más conocida del otoño.
Dónde se celebra la fiesta de la castaña
La fiesta de la castaña no se celebra en todas las regiones de España. Solamente, las zonas más frías, las zonas del Norte, la celebran. Lógicamente, existen variedades en la celebración dependiendo del lugar en el que se celebre, incluso en el propio nombre de la fiesta, pero su denominador común es la comida en común de castañas, boniatos, higos, nueces, membrillos e incluso panellets.
En Cataluña y Aragón recibe el nombre de “la Castañada”, en Asturias lo acogen con el nombre de “Amagüestu”, “Magosta” en Cantabria, “Gaztainerre” es el nombre que se le da en el País Vasco. E incluso, en Portugal, donde también se celebra, se le llama “Magusto”. Como excepción al norte de España, también se celebra como “la Chaquetía” en Extremadura.
Tanto en Cataluña como en Extremadura, se le han brindado cantes populares. En este periodo, son muchos los hoteles en Barcelona que aumentan sus ocupaciones para conocer la fiesta de la castaña. En el caso de Cataluña, se festeja la llegada de la castañera “cuando viene el tiempo de coger castañas, la castañera, la castañera viene contenta de la montaña con la cesta colgada del brazo”; en Extremadura, se prefiere el sabor de las castañas: “Tía, la chaquetía, los pollos de mi tía, unos cantan y otros pían y otros piden…¡castañas cocías!
Sin lugar a dudas, la fiesta de la castaña es una de las celebraciones más emblemáticas del año para dar la bienvenida a una nueva estación. Y aunque este año, el otoño se esté resistiendo a llegar, las castañas nos acompañarán para ver si, de alguna manera, su olor atrae el frío, como ha hecho durante siglos. Y tú, ¿estás ya preparado para comer este invierno castañas?
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Gracias por el post. Una apreciación: en los pueblos de Las Alpujarra almeriense y y granadina también se celebra La Fiesta de la Castaña?.
El magosto lo iniciaron los Celtas.
El día 1 de noviembre, los celtas apaciguaban los poderes del otro mundo y propiciaban la abundancia de las cosechas con la celebración de la fiesta samahaim, la cual era, para unos, el comienzo del invierno y, para otros, el final de verano.